sábado, 18 de diciembre de 2010

EGIPTO ANTIGUO


INICIO

Los primeros asentamientos paleolíticos se localizan en las terrazas más elevadas del Valle. Se han encontrado restos de una importante industria lítica. Las técnicas aplicadas a estos objetos son muy similares a las desarrolladas en Europa en este período, en cuanto a tipología se pueden poner en paralelo con restos encontrados en puntos de Africa alejados del Valle o en Asia Menor, de lo que deducimos que los hombres del Paleolítico recorrieron grandes distancias y estuvieron en contacto con los habitantes del Valle.

Cronológicamente la evolución de la industria lítica en Egipto es similar a muchos otros centros de población del Paleolítico, las piezas más antiguas son hachas de mano de considerable tamaño que irán evolucionando hasta los microlitos del Paleolítico final.

Algunos de los yacimientos más fecundos en restos de este período se encuentran en Khasgah, Kom Ombo (al norte de Asuán) y Heluán (al sudoeste de Giza).

Entre los yacimientos más importantes neolíticos se encuentra el de Merimde-beni-Salameh, situado en el margen sudoeste del Delta y próximo a éste. Aparecen chozas de paredes de caña con soportes fijados en la tierra y utensilios de cerámica. Se ha observado que se desarrolló una primaria forma urbanística (alineación de las cabañas) y la forma de ocupación del terreno será (mezcla de las zonas de habitación con las destinadas a los enterramientos) similar a las adoptadas en las primeras fases del Nagada I. Al contrario que los habitantes del sur, que desde tiempos tempranos, adoptaron un sistema social jerarquizado, en Merimde-beni-Salameh no se han detectado signos de esta organización social, tanto las cabañas como los enterramientos son pequeños y sin rastro de ostentación. Sus habitantes eran fundamentalmente agricultores, tanto la cerámica como la fabricación de utensilios resulta limitada y tosca con respecto a la cultura desarrollada en Alto Egipto.

Existe otro yacimiento neolítico en el ámbito geográfico del Bajo Egipto, se trata de Fayum A. Sus habitantes son agricultores y ganaderos, pero muy dependientes aún de la caza y de la pesca. Su producción cerámica es arcaizante, incluso comparada con la producida en Merimde.

El Neolítico en el Alto Egipto está representado por el yacimiento de El-Baradi, cuya cultura se desarrolla en los años anteriores al 4000 a.C. Entre los avances más destacados de los badarienses se encutra en uso del horno para la producción de alfareria, en este campo se consigue un alto desarrollo llegando a unos asombrosos niveles de perfección téctina. Las piezas de cerámica badarienses son características por la bicromía ornamental, se decoran a base de dos colores contrastados (negro y rojo de brillo casi metático) e incisiones continuadas (ondas). Además de la magnífica cerámica, en el yacimiento de El-Badari se han encontrado pequeños utensilios fabricados con dientes de los grandes mamíferos del entorno (hipopótamos) y de marfil procedente del sur de Egipto.

La especialización conseguida por la cultura badariense anticipa el desarrollo de Nagada I y agudiza las diferencias evolutivas con el Bajo Egipto.

El mayor problema que presenta este período es establecer una cronología razonablemente unificada. Algunos autores creen que pudo desarrollarse paralelamente al Badariense. Sin embargo, la opinión más generalizada entre los especialistas es que Nagada I es la consecuencia evolutiva del Badariense, cultura representada por el yacimiento de El-Badari (finales del Neolítico). Aún teniendo en cuenta ambas teorías, un hecho reconocido por todos los especialistas es que ambas manifestaciones, Badariense y Nagada I, son culturas específicas del Sur, Nagada I sólo tendrá desarrollo en el Alto Egipto al norte de la actual Luxor; las diferencias evolutivas entre el Alto y el Bajo Egipto ya se pusieron de manifiesto al tratar el Neolítico y seguimos insistiendo en ello por las consecuencias que tendrán en el período histórico (proceso de unificación política).


La zona situada en la margen izquierda del Nilo era muy rica en materiales, lo que contribuyó decisivamente a la evolución de la cerámica, destacando la especialización de las técnicas que se materializa en la fabricación de pasta vítrea (uso ornamental) y en la creación de objetos, sofisticados, de cobre y aleaciones con oro y plata.


La alfarería será el capitulo más destacado en la cultura de Nagada I no sólo por la perfección técnica, comparable con culturas muy posteriores, sino por la innovación tipológica e iconográfica. Surge la decoración naturalista y geométrica, articulada esta última a base de incisiones rellenas de pasta blanca sobre fondos oscuros; se mantienen, de forma paralela, las piezas bicromas (negro y rojo) ya conocidas desde el Badariense. En cuanto a la tipología, no podemos dejar de sorprendernos ante la variedad y riqueza de formas , testimonio de la imaginación desplegada por los alfareros egipcios ya desde tiempos predinásticos. Las formas ornamentales son igualmente extraordinarias, se reproducen figuras animales, repertorio alusivo a la fauna del entorno, esta iconografía incluye también figuración humana con escenas de caza en un medio acuático.


Las paletas cosméticas (utensilios para moler los pigmentos como la malaquita, verde, y el khol, negro, que eran la base para el maquillaje de los ojos), adquieren mayor complejidad, pasan de las sencillas formas geométricas a formas antropomorfas, estos bellos objetos tenían un uso cotidiano y práctico pero también ritual, estas últimas son las más interesantes ya que presentan los primeros signos de escritura jeroglífica, según algunos historiadores (Gardiner) será en estos momentos cuando se inicia el desarrollo de la escritura en Egipto.


El último grupo de objetos amratienses que debemos destacar es el integrado por las pequeñas esculturas y los utensilios labrados. Los materiales empleados abarcan un amplio espectro, desde la blanda calcita (alabastro) cuyas propiedades permiten trabajos sencillos y de fácil ejecución, hasta las rocas eruptivas de estructura micro o macrocristalina de gran dureza (diorita), con estas rocas se fabricaron vasos de paredes sorprendentemente finas, piezas que tuvieron un claro sentido ritual-funerario, estos bellos objetos son muy escasos debido a la enorme dificultad de fabricación.


Entre los utensilios labrados en piedras duras hay que citar las hachas troncocónicas y discoidales, cuyo uso desaparece al final del período Amratiense, sin embargo el signo jeroglífico que identifica este objeto permanecerá en época histórica con valor fonético.


El yacimiento arqueológico de esta cultura se encuentra en el margen occidental, a 26 Km. de Luxor. Será el núcleo de uno de los primeros proto-estados del Valle. El cementerio, situado detrás del centro de población, es el más grande que se ha conservado de esta época, existe otra pequeña necrópolis asociada a las familias de gobernantes de Nagada, lo que permite pensar en una sociedad estructurada de forma jerárquica, base fundamental del planteamiento social-político de toda la cultura del Antiguo Egipto.


Nagada II es la última etapa del período predinástico, se experimenta un considerable avance técnica, económico y social que culminará con el proceso de unificación.

Cronológicamente Nagada II coincide con la cultura representada por el yacimiento de Meadi desarrollada en el Bajo Egipito, más evolucionada que las últimas fases de Merimde-beni-Salameh. En el norte se verá por primera vez el cobre, la producción cerámica es abundante y bastante depurada. Los restos arqueológicos de Meadi, por su grado de evolución, hacen pensar que fue un punto de paso en las rutas comerciales de los habitantes del sur en su camino hacia Sinaí y Palestina; otra explicación, planteada por los especialistas como respuesta al yacimiento de Meadi, es que pudo ser una provincia de la cultura Nagada II, en todo se sabe que será la avanzada cultura Geerzense la que terminará por imponerse en todo el territorio egipcio, llevando a cabo el proceso de unificación política.

A diferencia de sus predecesores, los hombres del Geerzense mantuvieron frecuentes contactos con culturas del exterior, se relacionaron con los habitantes del entorno mediterráneo y con pueblos como los libios. Estos contactos influirán en su ya floreciente sociedad, se producirá un mayor refinamiento en el desarrollo artístico, una buena prueba de la sofisticación que alcanzó el arte geerzense el el magnífico repertorio cerámico que conservamos.


Los egipcios del Geerzense usaron un tipo de arcilla que daba como resultado una piezas cerámicas de tonos amarillentos y grises, no presentan decoración incisa con pasta blanca (cerámica Nagada I) que será sustituida por pigmentos rojos. Los motivos ornamentales siguen el gusto por la naturaleza, es muy frecuente la decoración de grandes vasijas con procesiones de animales, desde estos momentos y proyectándose en época histórica la decoración animalística es de corte naturalista, en el arte egipcio no encontraremos una tendencia a la figuración de animales fantásticos como ocurre en las culturas orientales contemporáneas. Los motivos vegetales también están presentes en los objetos cerámicos, al igual que las figuras animales son plantas reconocibles en el entorno natural: ramas de palmera, plátano salvaje, aloe, etc.


Es quizá, el repertorio antropomorfo lo que más llama nuestra atención, será frecuente encontrar la representación de barcos, muy adaptados a la pieza de cerámica, con una gran atención por el detalle incluyendo a los tripulantes. Es interesante observar como las formas humanas ya presentan algunos convencionalismos que serán constantes en gran parte del arte faraónico. Las figuras son de canon estilizado, los hombros se ven de frente, mientras que las piernas aparecen de perfil, las cabezas son aún formas muy básicas indicadas a través de un simple círculo, en algunas ya se puede ver un ojo. Las formas femeninas alzan los brazos por encima de la cabeza, el busto y las caderas se marcan de forma significativa, siguen manteniendo las piernas de perfil y el busto de frente.

La labor escultórica merece una mención especial, destaca por su refinamiento. Los vasos tallados en durísimas rocas, como la diorita, granito o basalto, alcanzan una gran perfección y mayor difusión que en períodos anteriores. Las características de estas hermosas piezas como su gran resistencia y riqueza cromática hacen pensar en un uso ritual, posiblemente fueron objetos que formaban parte de los ajuares funerarios, utensilios dignos de ser usados por el individuo en la vida que debía emprender tras la muerte (las raíces de las creencias mágico-religiosas egipcias se remontan a tiempos remotos).


Dentro del capítulo escultórico se deben incluir las paletas cosméticas, las formas adoptadas en el período anterior se complican, existen algunos ejemplos donde dos animales se enfrentan o entrecruzan sus cuellos. El material más frecuente es la pizarra con incrustaciones de hueso para los ojos.

Los restos pictóricos (pintura mural) no han sobrevivido en gran número, sin embargo, debemos destacar los conservados en una tumba (n° 100) de Hieracómpolis, la construcción era de ladrillo y adobe decorada con una serie de frescos, debió pertenecer a un monarca de finales del período predinástico (ya existía una fuerte jerarquía social). Lo que nos sorprende de estas pinturas no es tanto los rasgos formales, todavía sin definir claramente, sino algunos de los motivos iconográficos que se proyectarán en època histórica. En primer lugar encontramos la representación del vencedor, que con una maza golpea a sus enenigos situados a sus pies (este motivo es fundamental en la Paleta de Narmer, ya dentro del período histórico); es segundo motivo a destacar es el gobernante situado debajo de un dosel, que aparecerá en escenas, más tardías, relacionadas con la fiesta sed o jubileo del faraón.


La transición del período predinástico al histórico transcurre de una forma algo ambigua. Los historiadores no han podido plantear hipótesis claras y concretas sobre el hecho más destacado de la Historia de Egipto, nos referimos al proceso de unificación del Alto y Bajo Egipto. El argumento más aceptado se basa en el dominio del Sur sobre el Delta. El proceso de unificación no deja de ser una consecuencia lógica en unas comunidades en las que el nacimiento del Estado estaba a punto de producirse, aunque a diferentes ritmos; en el Alto Egipto posiblemente existía una mayor confianza y unidad, mientras que el Delta estaba dividido en pequeñas comunidades independientes.

El primer gran centro de poder tras la unificación política de Egipto se estableció en Hieracómpolis, situada en la región más meridional del Alto Egipto fue un importante será un importante enclave urbano, así lo atestiguan las ricas tumbas encontradas en el amplio yacimiento arqueológico que es actualmente. Fue cuna de la monarquía egipcia, constituye un núcleo de población más reducido del existente durante el período predinástico pero con una mayor densidad y actividad.


Dinastías I y II (2920-2649 a.C).

 
La Paleta del Rey Narmer

En Esta época destaca una pieza excepcional, tanto por calidad y significado como estado de conservación, se trata de la Paleta del Rey Narmer (FOTO 3). Fechada dentro de la dinastía I (2920-2770 a.C). El nombre del Rey Narmer se ha encontrado en diversos lugares desde el Delta hasta Abid?s, se le considera el unificador del Alto y el Bajo Egipto, lo que parece testimoniar la paleta cosmética conmemorativa que lleva su nombre. Es la primera pieza de carácter monumental del arte egipcio, aunque su tamaño no sobrepase los 66 cm. de alto su mensaje es lo suficientemente solemne para aceptar esta consideración.


El anverso recoge tres registros desarrollados horizontalmente, en el más importante (superior) aparece el rey Narmer tocado con la doble corona (Alto y Bajo Egipto), acompañado de su séquito se dispone a inspeccionar en grupo de hombres decapitados que representan al ejército enemigo. En el registro central aparecen dos animales fantásticos enfrentados que enlazan su largo cuello formando el lugar destinado a la mezcla de los afeites; el registro inferior supone una nueva manifestación de poder del Estado emergente, en la escena se representa a un toro (símbolo del vencedor) pisoteando a un hombre bardado (símbolo del ejercito enemigo); el remate de la paleta consiste en dos cabezas de vaca vistas de frente, entre ellas aparece el nombre del nuevo monarca de las “dos tierras” en escritura jeroglífica.


En el reverso sobresale la figura del rey, ocupando gran parte de la composición. En esta ocasión lleva la corona del Alto Egipto, de forma que ya no queda duda sobre su origen y reforzando la teoría de que la unificación de las “dos tierras” supuso un conflicto bélico donde la cultura del sur, más desarrollada, se impuso a las comunidades del Delta. El Rey Narmer golpea a un hombre que cae a sus pies y representa a los pueblos del Bajo Egipto, escena que es explicada a través del criptograma que aparece al lado; el registro inferior está ocupado por dos figuras humanas, bien adaptadas a la forma de la pieza, que posiblemente representan dos ciudades.


La importancia de esta pieza es excepcional no sólo como documento histórico, sino como fuente fundamental para las artes plásticas desarrolladas en las siguientes etapas, en sus relieves ya aparecen definidos con claridad algunos convencionalismos presentes en todo el arte egipcio: perspectiva jerárquica (los personajes de mayor importancia siempre aparecen con mayor tamaño), ley de frontalidad (torso de frente y piernas y cabeza de perfil) y disposición de la narración en registros bien diferenciados. El arte egipcio buscará y creará unos ideales que se van a repetir constantemente, no existe la idea de espontaneidad en el arte oficial que tendrá un carácter ritual, las creencias mágicas-religiosas son consustanciales a la sociedad egipcia por lo que la producción artística buscará unos modelos que satisfagan las necesidades simbólicas de la religión, aunque hay una vertiente naturalista en el arte egipcio, supondría un error considerar que se busca la belleza por la belleza en el arte, para encontrar esta concepción artística tendremos que esperar la llegada de la Antigüedad Clásica. La Paleta de Narmer inaugura la vertiente oficial del arte egipcio.

 
Las estelas funerarias
 Una las manifestaciones más importantes de las primeras dinastías se encuentran las estelas funerarias, se consideran los primeros monumentos de gran escala y tendrán una importante proyección en el arte faraónico. Entre estas grandes esteras debemos destacar la perteneciente al Rey Wadji de la Dinastía I (2920-2770 a.C); el relieve se podría considerar como la esencia de la monarquía primitiva egipcia, el nombre del faraón Wadji aparece escrito con el signo jeroglífico de la cobra, por encima se encuentra la figura del dios halcón Horus (a los faraones se les consideraba la personificación del dios Horus), como base para las figuras se representa un versión estilizada de la arquitectura del palacio real. La composición es muy equilibrada, en general es una pieza de excepcional calidad artística comparable a piezas muy posteriores.


La estela de Wadji

La estela de Wadji procede de las excavaciones de Abydos, situada en la orilla oeste cerca de la moderna Beni Mansur a unos 168 Km. de Luxor. Los restos más antiguos se remontan al período predinástico, fue un importante centro de culto, el templo de Osiris en Abydos se mantuvo activo hasta época grecorromana. Las excavaciones arqueológicas (dirigidas por Petrie) han sacado a luz numerosas tumbas reales y pertenecientes a altos dignatarios y nobles, vinculadas en su mayoría a la Dinastía II (2770-2649 a.C). La riqueza y sofisticación de los ajuares funerarios indican el grado de perfección que ya habían alcanzado las artes suntuarias y la escultura egipcias.

El desarrollo urbanístico es uno de los rasgos que caracteriza los primeros momentos del período dinástico, hecho íntimamente ligado al surgimiento del Estado. Hierac?mpolis será en principal núcleo de la nueva monarquía, situada en el límite meridional del Alto Egipto. Se ha constatado la existencia de comunidades desde tiempos predinásticos, durante el Imperio Antiguo seguirá manteniendo su importancia convirtiéndose en ciudad amurallada, posteriormente experimentara un declive poblacional, pero su templo seguirá manteniendo su importancia. Junto a Hieracómpolis debemos destacar los yacimientos de Abydos y Saqqara como centros de gran importancia arqueológica en el estudio de los edificios y tumbas de estos momentos.

Dinastías III-VI (2649-2134 a.C)

 
Conjunto Funerario de Zoser 1

El primer monarca de la Dinastía III (2649-2575 a.C) fue el faraón Zoser (Horus Netjerikhet Djser), al que debemos uno de los más impresionantes y monumentales conjuntos funerarios de la historia de Egipto. Zoser fue heredero del último monarca de la Dinastía II Manetón, pero con el nuevo faraón se marca un período histórico diferenciado, hecho que se debe sin duda a la construcción del excepcional conjunto funerario. La primera diferencia importante con respecto a tumbas anteriores es el uso de la piedra, Zoser plantea un verdadero monumento para la eternidad.

El gran conjunto funerario se construyó en Saqqara, cerca de la capital de Imperio Antiguo: la ciudad de Menfis (a 3 Km. del río en la orilla oeste y a unos 25 Km. del actual El Cairo). Menfis conservará su importancia administrativa y será un importante centro económico durante épocas posteriores, su origen se remonta a la Dinastía I según los restos arqueológicos encontrados en torno a la ciudad.


El conjunto de Zoser constituye un punto de partida para el desarrollo posterior de la arquitectura funeraria; en las múltiples construcciones de las que consta el conjunto encontramos ya algunos de los elementos característicos de la arquitectura ritual egipcia. La gran novedad de este gran monumento es, sin duda, el material empleado, es el primer recinto funerario construido enteramente con piedra; la intención de Zoser fue construirse una morada para la eternidad, este rasgo y la existencia de numerosos edificios anexos a la gran pirámide escalonada indican que ya existía un complejo corpus religioso.


El recinto mide 278 m x 545 m, estaba acotado por un muro cuya altura original se ha estimado en unos 10 m, este impresionante muro estaba articulado con bastiones y saledizos dispuestos a distancia regular, recordando a las fachadas de los edificios palaciegos de la I y II dinastía (estos palacios sólo los conocemos a través de relieves). El ritmo del muro queda interrumpido por una serie de portales falsos (la entrada auténtica se encuentra en la esquina sudoeste) que dan la impresión de estar abiertos al recinto. El estado de conservación tanto del muro como del resto del conjunto era lamentable, se restauró casi en su totalidad usando en la medida de lo posible el material original y completando la labor con caliza procedente de Tura, cantería situada en la orilla opuesta y explotada para la construcción original del conjunto funeraraio.


Conjunto Funerario de Zoser 2

Presidiendo el recinto funerario de Zoser se eleva la gran pirámide escalona, con una base de 125x109 m. y una altura de más de 60 m., desvinculada del resto de los edificios domina el entorno. Está formada por seis escalones irregulares, como si fueran una superposición de mastabas. Los bastos bloques de piedra fueron cubiertos por un revestimiento de caliza de mejor calidad. Bajo la estructura piramidal se abre la cámara funeraria a la que se accede a través de un pozo, está construida con granito rojo procedente del lejano Asuán, en el límite de Nubia. Por encima de la cámara funeraria se diseñaron una serie de corredores laberínticos, probablemente destinados a evitar la profanación de la cámara mortuoria, en uno de ellos se han encontrado tres relieves que ofrece una visión del faraón ocupado en diversas labores rituales, estas escenas estaban destinas a la contemplación única del faraón en su vida en el más allá. Todavía encontramos una cámara más, también subterránea era la dedicada a contener el inmenso ajuar funerario que Zoser debía disfrutar en su vida de ultratumba, entre las piezas conservadas del tesoro del faraón cabe destacar las numerosísimas vasijas talladas rocas de gran dureza, algunas pertenecientes a monarcas anteriores según se desprende de las inscripciones jeroglíficas.

Conjunto Funerario de Zoser 3

El resto de los edificios del recinto tienen una función mágica-ritual vinculada a la monarquía. El portal de acceso daba paso a un corredor cubierto con losas de piedra, cuyos muros estaban articulados con columnas fasciculadas adosadas a los lados, los fustes de las columnas adquieren formas que nos recuerdan a elementos naturales (como los troncos de palmera), este hábito constructivo está relacionado con la tradición anterior que usaron materiales más frágiles como la madera; los nichos formados por los huecos entre las columnas estaban destinados a albergar estatuas del rey, entre ellas destaca una que contiene una inscripción con el nombre del genial arquitecto Imhoped, creador del monumental conjunto y del que nos ocuparemos más tarde. El corredor que acabamos de describir desemboca en un amplio patio, conocido como patio de “la aparición real”, desde aquí tenemos una vista directa de la gran pirámide. Adyacente a éste se encuentra el patio de la “fiesta sed” o ceremonia de jubileo, el ritual ser se celebraba a los 30 años de mandato de un faraón (así ocurrió durante el Imperio Antiguo, la fiesta sed estuvo sujeta a modificaciones posteriormente), la ceremonia tenía como finalidad rejuvenecer al faraón, proporcionarle vitalidad y fuerzas renovadas. En este espacio (patio de la fiesta ser) se encuentran reproducidos los elementos básicos de la ceremonia del jubileo.

 
Conjunto Funerario de Zoser 5

Santuarios dedicados a las divinidades que debían ser testigo de la coronación del rey. En ocasiones estos santuarios estaban consagrados a divinidades concretas como la diosa-buitre de El-Kab, instalada en el edificio que representaba el Bajo Egipto o la diosa-cobra Uadyet vinculada con el Delta (los santuarios podían estar consagrados a otras divinidades). Estos edificios de pequeñas proporciones reproducen, al igual que todos los elementos del conjunto, parte de la vida ritual cortesana, Su presencia aquí garantiza la continuidad de estos ritos en el más allá. Parece que el origen de los santuarios son las antiguas construcciones de carácter efímero en el contexto de la fiesta sed, con el tiempo se convirtieron en otro símbolo de la unificación política de los dos egiptos bajo el mandato de un único rey-dios. Cada santuario posee un estilo arquitectónico propio, en uno de ellos aparece ya la típica cornisa que caracterizará a la arquitectura templaria posterior

Conjunto Funerario de Zoser 6

Casa del Norte y Casa del Sur, estas edificaciones se encuentran cerca de los santuarios y siguen el mismo esquema constructivo aunque de mayor tamaño. Representan los palacios del rey en las dos tierras, como así parecen confirmar las formas de los capiteles de las columnas adosadas a las fachadas, evocan las planta heráldicas del norte (papiro) y del sur (lirio).


Conjunto Funerario de Zoser 7


Una vez analizado el patio de la fiesta sed, debemos destacar una de las mayores innovaciones que presenta este conjunto, se trata de las incorporación de la “tumba sur”. Como faraón de las dos tierras los monarcas anteriores a Zoser se hacían construir dos tumbas, la real donde descansaría eternamente y una tumba simbólica normalmente ubicada en Abydos y que representaba su morada eterna en las tierras del sur. Con Zoser las dos tumbas aparecen por primera vez en mismo recinto. Lógicamente la tumba sur carece del esplendor de la gran pirámide escalonada, se trata de una simple mastaba encajada en gran parte en el muro meridional del recinto. Más interesante es una cercana capilla que conserva un friso decorado con un relieve, en bulto redondo, de urcei (serpiente símbolo del poder faraónico) iconografía que tendrá un gran difusión en el arte faraónico posterior.


Imhotep
La profundidad simbólica y la magnífica ejecución el impresionante complejo funerario de Zoser se debe al ingenio de su arquitecto, Imhotep. Además de organizar y dirigir las obras del recinto funerario ostentaba un importante cargo en el entorno del faraón, era su visir y gran sacerdote del dios-sol Ra. El respeto y la admiración que despertó en vida queda reflejado en una inscripción en la peana de una estatua del rey Zoser donde el nombre del arquitecto queda unido al del propio faraón. Este personaje no sólo fue un excepcional arquitecto, también fue considerado como un gran erudito en astrología y medicina. Algunos historiadores ven en Imhotep una de las claves del asentamiento y definición de las bases religiosas y culturales sobre las que se levantaría la cultura del Antiguo Egipto.

La estatua de Zoser

La estatua de Zoser del Museo Egipcio de El Cairo es, sin duda, la más representativa de la Dinastía III. Fue encontrada en el serdab, cámara anexa al templo mortuorio, destinada a contener la estatua del faraón y abierta únicamente a través de dos orificios para que el Ka (alma contenida en la imagen escultórica del faraón) pudiera apreciar las ofrendas llevadas a su tumba, este espacio fue su lugar de ubicación original, de modo que la estatua no se iba a ver en su totalidad, sin embargo, aparece entronizada de tamaño natural y con un acabado perfecto; realizada en caliza, relativamente fácil de trabajar y no muy frecuente ya que para este tipo de escultura se prefieren materiales más duros y nobles como el granito o la diorita. Zoser aparece plegando el brazo derecho sobre el pecho, mientras que el izquierdo lo estiendo sobre la pierna, este mismo gesto será adoptado en esculturas pertenecientes cronológicamente a esta misma dinastía (estatua de la princesa Reded o estatua de Bedjmes). El rostro de Zoser, de facciones duras y distantes en actitud hierática reflejan el poder y grandeza del faraón, con la estatua de Zoser se inicia un género áulico que se proyectará en todo el arte faraónico, sin olvidar que la imagen que no ocupa representa un período arcaizante y que la escultura sufrirá una evolución estética.


La IV Dinastía



Es indudable que en el momento que se inicia la Dinastía IV Egipto es un próspero y fecundo Estado, con un gobierno centralizado cuya máxima autoridad ostenta en rey. Durante la dinastías anteriores, especialmente la Dinastía III, se han fomentado unos signos de poder transmitidos a través de las artes plásticas, éstos legitimaban al rey como supremo gobernante de amplios territorios, esta imagen será la que cambie con el advenimiento de la Dinastía IV.


Con la Dinastía IV la tipología funeraria experimentará algunos cambios destinados a vincular al soberano con el dios-sol Ra, esta nueva visión se proyectará y perpetuará con la Dinastía V. El dios-sol empieza a despertar el interés por los teólogos egipcios, se le considerará como fuerza superior y tanto las pirámides como la aparición del título “Hijo de Ra”, son símbolos de la nueva identidad que adquiere el faraón.




Snefru

 La primera pirámide auténtica de la historia de Egipto se relaciona con el faraón Snofru, primer rey de la Dinastía IV, es la pirámide de Meidum; además de esta, Snofru construyó otras dos pirámides en Dahshur (a 5? Km. al sur de Saqqara), una de ellas no tiene la forma perfecta piramidal, es la llamada pirámide romboidal.


Los hechos más importantes del reinado de Snofru (2575-2551) quedaron recogidos en la Piedra de Palermo (una de las fuentes más importantes de este perírodo), en este documento se refleja a enorme riqueza que llegó a acumular Snofru, poseedor, a título personal, de cuatro o cinco fincas en cada nomo. La actividad constructiva durante los años de su reinado fue muy intensa, como demuestran las expediciones que este monarca realizó al Sinaí y Libia en busca de materiales nobles.

Las pirámides de Giza.

Giza es el actual nombre de un popular barrio de El Cairo, situado al norte de Saqqara. En esta meseta se elevan las tres grandes pirámides de la Dinastía IV, junto con sus templo funerarios y una amplia necrópolis.


La elección de este lugar se debe al faraón Keops (Horus Meddjedw, rey Khenemukufw) (2551-2528). Hijo de Snofru y Heteferes, continuará la tradicción funeraria iniciada por su padre, construirá la pirámide de mayores dimensiones de la historia de Egipto, verdadero emblema del esplendor del Imperio Antiguo.


Los datos conservados sobre el reinado de Keops es muy escasa, apenas unas lineas de sus anales, conservados en El Cairo. El Papiro de Turín le atribuye un reinado de 23 año, dato poco probable teniendo en cuenta la grandiosidad de la tumba que construyó. Gracias a este impresionante monumento Keops llegó a ser una personalidad legendaria, su mito le hace aparecer como el más cruel de los monarcas de egipcios, la leyenda habla del elevado coste humano que requirió la construcción de su tumba, en esta forma recoge Herodoto la historia de este faraón. Sin embargo, si hacemos un análisis más objetivo de los datos, podemos llegar a la conclusión de que Keops no fue un soberano más cruel que sus antecesoras, al igual que no podemos pensar que la riqueza material y el trabajo humano invertidos en la gran pirámide fueran superiores a los recursos empleados por el anterior faraón, Snofru, en sus diversas construciones.


La pirámide de Keops


La gran pirámide alcanzá unas dimensiones asombrosas: 230 m de lado y 146 m de altura (originalmente). El paso del tiempo y los continuos saqueos han hecho que pierda parte de su esplendor; los sillares de caliza del revestimiento exterior han desaparecido casi en su totalidad, ya que la pirámides han sido objeto de expolio, reutilizando su material petreo a lo largo de siglos, fueron utilizadas practicamente como canterias para las construcciones de El Cairo.

La estructura interna, aunque también a sufrido modificaciones se conserva en mejor estado, responde a una linea evolutiva a partir de los esquemas planteados en las construcciones de Snofru. Para llegar a la gran galería interior hay que recorrer un pasadizo descendente que conduce a otro ascendente y que a su vez desemboca en la impresionante galeria principal, cuya fábrica y proporciones alcanzan una perfección jamás conseguidas hasta el momento, esta perfección de formas arquitectónicas no deja de sorprendernos si pensamos que la gran galería concebida para no ser contemplada por ningún hombre salvo el propio faraón; esta estructura alcanza una altura de 3 m. y una longitud de 51 m, los sillares están cortados con una asombrosa precidión; para la cubierta de la galería se recurre a un sistema de abovedamiento por aproximación de hiladas (7 hiladas de caliza colocadas a una distancia de 8 cm. unas de otras formando una falsa bóveda). La cámara funeraria está revestida de granito, contiene el sencillo sarcófago de Keops, que fue encontrado sin tapa debido a las profanaciones. Por encimad de la cámara funeraria se construyeron cinco conpartimentos de descarga con la función de contrarrestrar la presión de la masa de piedra que se eleva sobre ella.

El único templo conservado, de los integrados en el conjunto funerario de Keops, es el situado al Este de la pirámide, de planta rectangular estaba compuesto por un patio porticado con pilares de granito rojo, el santuario se dispuso en el lado oeste. El muro que marcaba el perímetro ha desaparecido.


La Barca del Sol

Bajo el pavimento de recinto funerario se encontró una de las piezas más significativas del arte egipcio antiguo, se trata de la barca funeraria de Keops. La embarcación se encontró desmontada, pero en un perfecto estado de conservación. Mide unos 40 cm. y por las marcas encontradas en la madera se puede afirmar que fue utilizada, posiblemente para transportar el cadáver del faraón al Templo del Valle. 



Pirámide de Kefren.



La Pirámide de Kefren se construyó en un terreno elevado, por lo que la impresión de sobrepasar en altura la de Keops, en realidad sus dimensiones son algo inferiores a ésta, alcanza una altura de 143,5 m. y 214 m. de lado; su estado de conservación es algo mejor que el de la gran pirámide, las capas de revestimiento, un hermoso granito rojo, han sobrevivido en gran medida. La estructura interior es mucho más simple que la desplegada en la tumba de Keops.




La pirámide de Micerinos.

La última y más pequeña de las pirámides de Giza pertenece al faraón Micerinos (2490-2494 a.C), fue probablemente hijo de Kefrén. Se eleva a una altura de 65,5 m. de altura y 105 m. de lado; si bien sus dimensiones son más reducidas que las anteriores estaba destinada a ser la de mayor belleza ya que se pensó cubrir la totalidad de su superficie con granito rosado de extraordinaria calidad, material que la haría brillar con luz propia. El proyecto no se llevó a cabo, quizá por la relativa brevedad del reinado de Micerino o por la falta de medios materiales, hay que tener en cuenta que las obras funerarias de los faraones anteriores arrastraron un importantísimo coste material y humano. Sin embargo, la producción artística del reinado de Micerino cobrará un importante papel en el capítulo escultórico que analizaremos más adelante.



Tras el reinado de Micerinos la falta de documentación ha impedido a los estudiosos una investigación en profundidad . Se conoce el nombre del sucesor de Micerinos, Horus Shepseskhet, rey Shepseskaf, hijo del anterior y último rey de la Dinastía IV. Sobre este monarca nos informa la Piedra de Palermo, se consignan aquí algunos hechos de su reinado como la coronación del nuevo faraón. Sobre su conjunto funerario no se saba mucho, se menciona en el Canon de Turín una construcción en forma de sarcófago que se terminó en ladrillo, indicativo de la falta de recursos al que se había llegado en estos momentos.


Rahotep y Nefret

Los retratos del Rahotep y Nefret. Fueron encontrados en una mastaba de Meidum, cerca de la pirámide romboidal de Snofru. Realizadas en caliza, material frecuente en estos momentos, fácil de trabajar. Lo más sorprendente es su magnífico estado de conservación, la policromía ha llegado intacta; ambos retratos son estatuas-bloques sedentes, mantienen algunos ragos arcaizantes como las formas pesadas y rotundas de los tobillos. Aparentemente separadas se concibieron como un único bloque, sus ragos, suficientemente definidos para considerarlos retratos, representan la clase burocrática del Estado egipcio. Nefret aparece envuelta en una túnica blanca, siguiendo la moda del momento, deja ver una anatomía cuidada pero sinténtica, tocada con la típica peluca egipcia contribuye significativamente a la pesadez de las formas; cruza los brazos bajo el pecho. En Rahotep los miembros aparecen ligeramente separados del cuerpo, su musculatura está más marcada y la policromía, que da vida a la piel, es más oscura que en la figura femenina de mayor delicadeza. Algunos detalles como las joyas que adornan a Nefret, nos avanzan formas más evolucionadas que se desarrollaran ampliamente durante la Dinastía IV. Los nombres y títulos de los retratados aparecen en los respaldos de sus asientos, inscripciones reproducidas en una caligrafía elegante y muy definida.


La Esfinge


Su realización se atribuye al faraón Kefrén como parte de su conjunto funerario en Giza, se encuentra emplazada bajo la pirámide de este soberano. Se aprovechó una gran masa de piedra existente, fue realizada extrayendo material pero también se añadieron bloque ya cortados para adaptarlos a la forma del cuerpo. La imagen del León guardián era ya una tipología conocida y dominada por los escultores egipcios, lo novedoso en esta titánica obra fue la sustitución de la cabeza del león por la del propio faraón, cobrando así la figura del monarca un fuerza y poder que confugura para la posterioridad el concepto faraónico de los gobernantes egipcios, nunca hasta estos momentos el soberano egipcio habia desplegada tantos recursos para legitimizar su propio poder.


Kfren sentado


El material utilizado, una purísima diorita de gran dureza, la perfección de su ejecución y la iconografía hacen de ella la viva imagen del poder del faraón. Kefrén aparece entronizado y protegido por el Horus en su forma de halcón, identificando a la persona del faraón como la encarnación terrenal de la divinidad. A diferencia de esculturas anteriores, de rasgos arcaizantes, la imagen de Kefrén es más etilizada, de rasgos más delicados; se presta un especial cuidado a la anatomía que aparece idealizada y a los detalles como se puede apreciar en los plegados de la falda y en el tocado; el trono aparece enriquecido con inscripciones y elementos decorativos esculpidos en relive. Esta iconografía del poder divino del faraón se va a prolongar durante casi todo el arte del Antiguo Egipto



Grupos Escultóricos de Micerinos

Del Templo del Valle de Micerinos se han recuperado algunas tríadas, en pizarra, de gran calidad, interesantes por la iconografía que desarrollan. Se piensa que en el interior de este templo se iban a colocar cuarenta dos grupos escultórico del faraón acompañado de la diosa Hathor y una personificación de cada uno de los nomos (distritos o provincias de Egipto), parece que este proyecto no llegó a concluirse, sólo se han conservado cuatro de ellos. El faraón aparece en el centro, entre la divinidad y la correspondiente personificación del nomo, las figuras parecen emergen del bloque de piedra que sirve de fondo, casi como si fuera un alto relieve, aunque en realidad se trata de esculta de bulto redondo, el escultor se vale del fondo pétreo para disponer, por encima de la cabezas, inscripciones que identificas las figuras y que parecen formar parte de los tocados. La figuras femeninas apoyan las manos sobre los hombros del soberano, otorgándole de esta forma su protección; la figura del faraón avanza respecto a las figuras femeninas indicando que inicia el camino de la vida eterna, gesto que se convierte en una convención en el arte escultórico del arte egipcio.


La escultura privada
 La escultura privada, en estos momentos, parecere reducirse al círculo íntimo de los soberanos, realizadas por los mismos talleres que produjeron la escultura áulica, presentarán pues una acusada afinidad estética.

Relieves y pintura de la época de Snfrou

De los programas decorativos que debieron cubrir tada la superficie de las tumbas raeles nos han llegado escasos ejemplos. Muchos paneles de relieves fueron expoliados o reutilizados por lo que se han conservado de forma fragmentada. De las tumbas privadas y de altos dignatarios se conservan un número más elevado, pero siguen siendo insuficientes para hacer un análisis detallado del desarrollo iconográfico de estos momentos


El templo funerario de Snofru contenía representaciones de nobles damas que cumplian dos funciones: encarnaban los dominos del faraón, identificadas con provincias por las inscripciones jeroglíficas; al mismo tiempo eran portadoras de ofrendas representativas de las localidaddes que representaban, asegurando así el suministro del faraón en su vida de ultratumba; la iconografía de ofertantes se representaba ya desde la dinastía anterior, en la tumba de Hesy, dignatario del Zoser, se encontraron once estelas de madera representando al propietario de la tumba ante una mesa de ofrendas.
 
El resto de relives encontrados en la tumba de Snofru se reducen a dos estelas, en una aparece el faraón entronizado con inscripciones jeroglíficas que indican su nombre, la caligrafía de estos jeroglífico está tratada con gran delicadeza.

Las Ocas de Meidum
Una de las obras pictóricas de mayor belleza de todo el arte de la Antiguedad, es las "Ocas de Meidum" (actualmente depositada en el Museo Egipcio de El Cairo). Procede de la capilla funeraria de Itet, integrada en la mastaba de su esposo Nefemaat hijo de Snofru. Este esquisito fresco es parte de una escena más amplia, donde los hijos de Itet manipulan una red en actitud de cazar aves acuáticas, este tipo de escena se convertirá en un tema esencial en las representaciones de la vida cotidiana-campestre en la iconografía funeraria. Es indudable que los artistas de la Dinastía IV mantienen el gusto naturalista presente ya desde tiempos predinásticos, llegando aquí a un nivel de perfección asombroso. En la cámara de Nefermaat se encontraron los restos de unos curiosos relieves rehundidos que fueron rellanados con pasta vitrea, técnica que en su momento ofrecia unos resultados de gran belleza pero que se avandonó inmediatamente por la rapidez con que se deterioraba este material, así que esta técnica se limitará a los trabajos de orfebrería.

Dinastía V (2465-2323 a.C)

Ra y Osiris 
Los cambios producidos durante esta dinastía afectarán a la producción artística, los hábitos funerarios de los faraones tomarán otra orientación. Hay que destacar, en este sentido, los cambios teológicos, se fomenta, desde el propio ámbito del poder, el culto al dios solar Re, influido por el creciente poder político y económico del clero de Heliópolis, ciudad que fue catipal del decimotercer nomo del Bajo Egipto, gran centro espiritual del país donde se afincó una clase clerical que llegaría a adquirir gran poder. Los templos más importantes de Heliópolis durante el Imperio Antiguo fueron dedicados a Re-Horakhty y a Atúm.



Otro rasgo importante, que adoptarán los faraones de las Dinastías V y VI, será la donación de tierras a los dioses, especialmente al dios solar Re y a los "Espíritus de Heliópolis". Esta nueva actitud tendrá consecuencias graves para el Estado egipcio, cuyo patrimonio real se verá reducido de forma considerable.


Para algunos autores, la nueva orientación teológica responde a la necesidad de ligar la monarquía al dios creador del mundo (Re), consolidando el título faraónico de "Hijo de Re" (Sa Re), se fomenta la idea de que el faraón es engendrado por el propio Re y la reina gobernante. La importancia que cobra el culto solar irá en detrimento de la imagen del faraón. Es importante constatar que ya a finales de la Dinastía V surgirá otro culto rivalizando con el del dios Re, se trata del dios Osiris que sufrió la muerte y experimentó la resurrección. La aparición de Osiris en la practicas religiosas permitia pensar que el faraón sufriria el mismo proceso, de esta forma tras su muerte no sólo se uniría con el dios solar que lo habia engendrado, también se convertía en el nuevo Osiris, reinando sobre los muertos mientras que su hijo o sucesor se convertía en la encarnación de Horus y reinaba sobre los vivos.


Los templos solares de Abu Gurob

Los templos solares fueron edificados en el desierto, en la localidad de Abu Gurob situada al norte de Saqqara, excavados en 1898 y 1899. Las inscripciones hablan de seis templos pertenecientes a la Dinastía V, aunque sólo se conservan dos de ellos.


Los templos de Abu Gurob siguen un mismo modelo, cuyas referencias estan ya en la arquitectura templaria de la dinastía anterior. El culto solar requería un espacio abierto, de forma que el templo se centra en un amplio patio donde se instalan los elementos fundamentales del rito: la piedra Beben, un gran obelisco de proporciones macizas coronado por un pequeño remate dorado, el obelisco se colocaba sobre un gran pedestal que contribuía a aumentar la sensación de grandiosidad. El segundo elemento importante en el ritual era el gran altar, también a cielo descubierto, se enfrentaba al obelisco, estaba realizado con materiales nobles como el granito. El recinto estaba amurallado; en paralelo a los muros corrian unos corredores cubiertos, muy interesantes por el despliegue inconográfico de sus relieves que veremos más adelante. El acceso al patio principal se realizaba a través de un vestíbulo que conectaba directamente con la galería porticada que unía el Templo Solar con el más pequeño Templo del Valle.


El Horus Irimaat, rey Userkaf (2465-2458 a.C), primer faraón de la Dinastía V, hizo construir su conjunto funerario en Saqqara, cerca de la pirámide escalonada de Zoser, su modesta pirámide, de reducidas dimensiones y pobre material es el punto de partida de los cambios producidos en esta dinastía y se contrapone al magnífico Templo Solar que hizo levantar en Abu Gurob.

Escultura de la dinastia V

Bajo el gobierno de la Dinastía V la escultura experimentará un amplio desarrolo tipológico, especialmente en la escultura de bulto redondo. Detacará el amplio repertorio de estatuas representando a personajes directamente relacionados con el entorno de la realeza, hecho que resulta novedoso, ya que el arte escultórico hasta estos momentos estaba casi exclusivamente limitado al faraón, su familia y su ámbito más próximo.


Escultura áulica.


La Dinastía IV habia alcanzado un gran nivel técnico y artístico en su producción escultórica. Los artistas al servicio de Userkaf tratarán de superar a sus antecesores, la cabeza monumental del faraón Userkaf es un buen ejemplo de su esfuerzo; se escogió el granito rojo por la dureza y belleza del material, sus rasgos están tratados con gran delicadeza, es propio del arte egipcio la idealización, en mayor o menor grado, de las figuras reales (dentro de un arte oficial). Al igual que la esfinge, que pudo servir de inspiración a los escultores, la figura de Userkaf del faraón está tocada con el nemes. La otra figura conservada de este faraón es de pizarra y de tamaño natural.



Arte pictórico y relieves de la dinastia V

La Dinastía V destacó por el gran desarrollo de las artes plásticas, será el entorno faraónico el que acapare a los mejores artífices, así pues los relieves de mejor calidad los encontraremos cubriendo los muros de los Templos Solares y de la galarías que unían los templos del valle con los funerarios.


Algunos de los temas representados ya se encontraban en al tradición, como las escenas referidas a los rituales de la fiesta sed, un buen ejemplo de esta iconografía la encontramos en el templo de Niuserre.


Otros temas serán novedosos y tendrán una gran continuidad, como la representación de una diosa amamantando al soberano, este asunto aparece por primera vez en el templo funerario de Sahure y se proyectará hasta época romana.(FOTO 24)

El gran impulso alcanzado por las artes plásticas fue aprovechado por los altos dignatarios y la nobleza. En las obras escultórica y pictoricas, dedicadas a esta esfera social, encontraran los artistas un ámbito de mayor libertad expresiva, aunque los temas seguirán siendo los mismos sometidos a una pequeñas variaciones. Será frecuente encontrar escenas relacionadas con la vida cotidiana, reflejo de las actividades favoritas del dueño de la tumba. Entre estas escenas destacamos las encontradas en la tumba de Ptahhotep en Saqqara, se representa el regreso del difunto de una cecería, reflejo de la vitalidad de la sociedad egipcia.

El repertorio vinculado a los ciclos y actividades agrarias será adaptado en las tumbas de la alta jerarquía, eran asuntos que ya se habian representado en el ámbito faraónico. A la belleza plástica de estos relieves y pinturas se une su gran valor histórico ya que son muy descriptivos


El fin del Reino Antiguo

La Dinastía VI será la última del Imperio Antiguo. Muchos investigadores están de acuerdo en la falta de continuidad dinástica a la muerte de Pepi II (2246-2152 a.C). Se desataría una lucha por el poder entre diferentes personajes, pero la falta de documentación hacen imposible el estudio en profundidad de este momento de transición

De la Dinastía VI cabe destacar la huella artística que dejó su último monarca Pepi II. Su conjunto funerario, ubicado en Saqqara, es el último escalón de la arquitectura funeraria del Imperio Antiguo. Una rampa daba acceso a una amplia terreza que servia de preámbulo al Templo del Valle, unido éste al Templo Funerario por una calzada. La tumba propiamente dicha, consistía en una pirámide que en su interior sigue una organización semejante a las de los monarcas anteriores de esta dinatía. Un corredor daba acceso a unas estancias que contenían los "Textos de las Pirámides", existía una falsa Puerta Real. El estado totalmente ruinoso de las tumbas de los monarcas de la Dinastía VI, hace imposible una mejor exposición de la arquitectura funeraria de estos momentos.




By Andres Arturo Aguilar Lope

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